Daniel 4:30-32 (33-35)

¿Es usted amigo o enemigo de Dios? Observe los siguientes versos:

Daniel 4:30-32 (RV 33-35)

"En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves"

"Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?"




Si leyó usted la versión paralela y la comparó con Reina Valera, habrá notado una traducción al español de gran calidad. "Por todas las edades" es el equivalente de "im-dar ve-dar" del arameo, que significa literalmente "de generación en generación". También habrá notado que el juicio, que hasta ahora era una advertencia, tuvo lugar, y el rey pasó siete años en un estado lamentable. Esta condición fue el resultado de su pecado de orgullo y desprecio de Dios (puede leer en este sitio acerca de esto bajo el enlace "Daniel 4:25-27")

¿Qué entiende usted por ser "enemigo de Dios"?

En estos momentos se libra una batalla en la antigua Babilonia (actuales Iraq y Siria) contra un grupo yihadista que a través del terrorismo y la guerra "santa" quiere establecer un califato internacional al cual se tendrá que someter toda la humanidad. Para ellos, todos nosotros ("los demás", incluidos millones de musulmanes de otras denominaciones) somos "enemigos de Dios"; la receta de ellos es la conversión al islam - en la variante de ellos - o la muerte. 

Pero no son sólo estas personas quienes tienen un concepto de lo que es ser "enemigo de Dios". Por todos lados se oye de guerras religiosas y de enormes injusticias de unos seres humanos contra otros, a los que consideran "enemigos de Dios". 

¿Es usted amigo o enemigo de Dios?

Para la respuesta de esta pregunta es necesario saber qué es un enemigo de Dios, y sólo entonces podremos examinarnos a nosotros mismos y saber nuestra condición espiritual. El rey David escribió en el Salmo 139, versos 23-24:

"Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;
Y ve si hay en mí camino de perversidad,
Y guíame en el camino eterno"

Lo que nosotros entendemos como "amigo" o "enemigo de Dios" no es lo que cuenta, sino lo que Dios dice en Su Palabra. Para el rey David, sus pensamientos no eran lo que contaba, sino lo que Dios determinara después de probarlo. Él sabía que cualquier "camino de perversidad" lo convertiría en enemigo de Dios. Él no confiaba en su propio corazón, sino en lo que Dios le mostrara. ¿Cuántas veces vemos o escuchamos eslogans acerca de "seguir a nuestro corazón"? Esto nos pone en una posición muy riesgosa, porque del corazón sale lo bueno y lo malo. 

¿Cómo saber cuándo estamos actuando en enemistad contra Dios?

La Palabra nos muestra, además de Nabucodonosor, muchos otros que actuaron con hostilidad hacia Dios, comenzando con Satanás. Este nombre viene del hebreo "Satán", que significa "adversario" y ha venido a ser el nombre propio del maligno. Su rebelión arrastró a muchos ángeles y los convirtió en enemigos de Dios, llamados "ángeles caídos" al igual que él. Y la denominación bíblica de los "enemigos de Dios" está asociada con esta palabra, los "caídos". 

Cuando leemos acerca de la introducción del pecado entre los humanos, vemos (Génesis 3) que fue Satanás quien hizo caer a la primera pareja humana. Y más adelante vemos que su actividad no ha cesado, y no lo hará hasta la Venida del Señor, cuando será atado para que deje de engañarnos. Por este motivo la Palabra califica a los pecadores como "hijos del diablo" (sus seguidores, sus partidarios, los que participan de su modo de pensar y sentir) En Daniel 2:12-13 en este sitio puede leer más acerca de la paternidad espiritual.

¿Cómo se convierte alguien en "hijo del diablo"? En el caso de Nabucodonosor vemos una explicación muy sencilla en este capítulo: tenía una revelación personal de lo que Dios traería sobre él si pecaba, y no obstante la ignoró y cayó en pecado. También tenía una palabra de sabiduría de parte del profeta Daniel para evitar ser alcanzado por el castigo, pero también la ignoró. Hacer caso omiso de la Palabra de Dios equivale a ignorarlo a Él.  

¿Ha escogido usted también sus propios caminos, en rebelión abierta contra lo que Dios dice en Su Palabra? ¿Vive en oposición al Espíritu de Dios? ¿Es usted un "caído"?

Ciertamente estas preguntas no son para que me las responda, sino para su propio examen personal. Es el Espíritu Santo el que nos guía al arrepentimiento para que vivamos en la gracia de Dios. 

¿Qué "arrepentimiento"?, quizá se pregunte. 

En este pasaje hay un ejemplo de "arrepentimiento" en Nabucodonosor. El rey "alzó sus ojos al cielo" - reconoció a Dios - y dio alabanza y honra al Dios de sus esclavos hebreos (recuerde que el rey tenía sus propios dioses babilónicos) No tenemos ninguna información de que el rey se haya convertido, y sus propias palabras de alabanza muestran un muy limitado conocimiento de Dios (él no conocía la forma de "mover la mano de Dios", y no sabía que fue para salvar a los "habitantes de la tierra" que Dios determinó enviar a Su Hijo Único a morir en una cruz) Pero es evidente que la lección de humildad y respeto al Omnipotente la aprendió, y por tanto fue restaurado a su posición real. 

El limitado conocimiento de Dios que obtuvo el rey - su "fe" - fue resultado de su arrepentimiento, y le salvó de la condición miserable en que estaba, poniendo en su boca palabras de exaltación al Dios de Israel. Ni siquiera el rey de Babilonia, que trató a los judíos con tanta crueldad y a su Dios con tanto desprecio, estaba abandonado por Él. ¿Cuánto más cree usted que nosotros, aún en nuestro estado caído, podemos contar con que el Señor desea nuestra bendición y restauración?

Muchos no reciben la Palabra de Dios porque no se creen "enemigos de Dios", o "caídos". Entienden que son "amigos de Dios" porque "no le hacen daño a nadie". Pero en sus vidas no vemos ningún reconocimiento de la autoridad de Dios, ninguna palabra de alabanza hacia Él y nada que nos muestre esta "amistad". 

La Palabra de Dios nos muestra a través de Jesucristo promesas mucho mayores que las que recibió Nabucodonosor. Él fue librado de orgullo y jactancia; nosotros podemos serlo del pecado (de todos los pecados conocidos) Él fue restaurado a una condición de autoridad y majestad terrenales; nosotros lo seremos a la gloria de Dios en la eternidad. Él pudo proclamar la grandeza de Dios de manera muy limitada; nosotros podremos cantar del amor de Cristo en la eternidad y le conoceremos totalmente. 

¿Desea ser "amigo de Dios"? Observe lo que dice Nuestro Señor a sus discípulos (no a aquellos doce, sino a todos los que vinieran a Él a lo largo de los siglos) :

"Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando"

Juan 15:14

Las grandes promesas de Dios, que se cumplirán para bendición nuestra en esta tierra y en la eternidad, tienen una puerta de entrada: Cristo Jesús, Nuestro Señor y Salvador. Seguirlo a Él, oírlo a Él, obedecerlo a Él y vivir bajo Su guía, nos convierte en AMIGOS DE DIOS. Es para restaurar esta comunión gloriosa con Dios, perdida por causa de nuestra caída, que el Espíritu Santo viene a morar a nuestros corazones. Si aún no ha recibido a Jesucristo como Señor y Salvador, ¡hoy es el día! Todo cuanto necesita hacer es doblar sus rodillas ante Él, y confesarle sus pecados, arrepentirse de éstos y pedirle a Él que venga a salvarle y a guiar su vida. Es la oración que Él está deseoso de escuchar, la que lleva a un pecador de muerte a vida eterna. Hay gozo en el Reino de los Cielos cuando un pecador se arrepiente. ¡Reciba a Cristo, y con Él, la vida eterna!

Que el Señor le bendiga. En el amor de Cristo, su hermano

Israel Leonard

PS. ¡Cristo viene pronto!

Inga kommentarer:

Skicka en kommentar