Daniel 4:7-9 (10-12)

¿Tiene usted sueños, visiones?
O, ¿tiene proyectos, planes?
O, ¿tiene nostalgia, deseos o ilusiones?

Observe las visiones de Nabucodonosor:

Daniel 4:7-9 (RV 10-12)

"Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande. Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne"



Si usted comparó con el original arameo, habrá notado que la traducción al español de la versión Reina Valera es excelente. El rey estaba viendo un árbol tan grande que se veía desde toda la tierra (si el rey no era muy exagerado o muy ignorante, estamos en presencia de lenguaje simbólico, y el "árbol" es otra cosa, no una planta en sentido literal) El "árbol" estaba en crecimiento y ganando en fortaleza, y de él se sostenía todo. La descripción sigue excluyendo los árboles en el sentido literal, y nos muestra que lo que soñó el rey tenía otro significado.

Más adelante la visión sería revelada al rey, por tanto, esperemos llegar allí para hablar del significado del árbol y la aplicación que fue revelada a Daniel en palabra profética. Por ahora es importante subrayar que la visión del rey en sueños tiene un significado profético, y que él estaba espantado porque no lo conocía.

En un mensaje anterior (correspondiente a Daniel 2:1-2) tratamos los sueños y visiones en el contexto bíblico (puede leerlo de nuevo) En muchas ocasiones son estas las vías que Dios escoge para comunicar Su voluntad o Sus designios a los humanos. José el hijo de Jacob, que llegaría a ser ministro en Egipto, soñó con esa posición muchos años antes (si no conoce su historia, puede leerla en el libro de Génesis desde el capítulo 37 hasta el fin) El Faraón soñó con siete años de abundancia y siete de sequía (en otro sueño profético que José interpretó; puede leerlo en el capítulo 41 de Génesis)

La pregunta del comienzo tiene que ver con la aplicación de esta Palabra a nuestras vidas. Si usted tiene sueños o visiones, que vienen acompañados de una necesidad de explicación o de una compulsión de lograr algo, pueden ser vías por las cuales Dios quiere comunicarle su plan. No haga como muchos que, teniendo el llamado divino, se aferran a lo que pueden lograr por otros medios, por su falta de fe. El Dios que da las visiones también da las cualidades necesarias para alcanzarlas, la sabiduría para conseguirlas y las circunstancias en que nos desenvolveremos. Una visión de Dios es como una meta que pone nuestras vidas en la dirección correcta. Observe lo que escribió el novelista inglés del siglo XIX Charles Reader:

"Sow a thought, and you reap an act;  
Sow an act, and you reap a habit;  
Sow a habit, and you reap a character;  
Sow a character, and you reap a destiny"  

"Siembra una idea, y cosecharás una acción;
siembra una acción, y cosecharás un hábito;
siembra un hábito, y cosecharás un carácter;
siembra un carácter, y cosecharás un destino"

A la mayoría de las personas las encuentra su destino, porque no tienen la disciplina de sembrar ideas, acciones, hábitos ni carácter, sino que están sujetos a sus pasiones y deseos. Hay una gran diferencia entre el destino que nos encuentra a nosotros cuando vivimos ajenos a Dios, y el que forjamos bajo la dirección de Su Espíritu. Imagine el poder que da la visión de Dios en este contexto; es una muestra del destino al que vamos (destino que determina el carácter necesario; carácter que determina los hábitos necesarios, y hábitos que determinan las acciones e ideas necesarias) La vida guiada por la visión de Dios es, en este sentido, como leer una novela policíaca habiendo ido al final primero para saber quién es el criminal. José sabía qué tenía que aprender, en qué tenía que crecer y qué tenía que rechazar para llegar a ser un gran ministro. Faraón no tenía idea de cómo iba a evitar una sublevación del pueblo o una crisis económica con terrible mortandad, hambruna y enfermedades por causa de siete años de sequía. Pero tuvo la sabiduría de poner a José a resolver esto. El conocimiento del destino final es fundamental para encontrar el camino.

"¡Wow!", dicen muchos, "esto está bueno. Si sé adónde voy, ya tengo el problema resuelto". Antes de que se una a este grupo - que es bien grande, desafortunadamente - déjeme decirle que no todas las metas son divinas, ni todos los caracteres, hábitos, acciones e ideas son santos y bendecidos por Dios. La Palabra de Dios nos muestra en varias ocasiones lo contrario. Echemos un vistazo a Génesis 11:1-9 :

"Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí.

Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.

Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.

Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra"

Esta conocida historia ha sido un desafío por siglos, y su cualidad de misteriosa hace que no todos la usen como material de estudio bíblico y que muchos incluso la tengan como fábula o mito, como una de las "pruebas" de que la Biblia es "mítica". Pero Nuestro Señor usaba como ejemplos históricos algunos de los pasajes más difíciles de comprender, como el arca de Noé con todo su zoológico, o el gran pez que se tragó a Jonás y los tres días que el profeta estuvo hospedado en su estómago. Más adelante también trataremos la historicidad de esta narración, que no es ningún mito. Por ahora, veamos qué nos enseña.

Los constructores tuvieron una visión: la torre. Para ello tuvieron que desarrollar un carácter: ser trabajadores, continuar en medio de las dificultades, ser buenos "jugadores de equipo"... Para este carácter hay que desarrollar muchos hábitos (oír a los demás, preguntar lo que no se sabe, respetar las opiniones ajenas, etc; si usted ha formado parte de un equipo de cualquier tipo sabrá de qué hablamos) Y para desarrollar estos hábitos hay que aprender muchas ideas y acciones diferentes. Resumiendo, los constructores de la torre de Babel parecían conocer bien la máxima de Charles Reader. Dios mismo dio su sello de aprobación a su plan:

"el pueblo es uno" (tenían unidad)
"tienen un solo lenguaje" (tenían buena comunicación y comprensión)
"han comenzado la obra" (actuaban conforme a la visión, no era nada utópico sino práctico)
y "nada les hará desistir de lo que han pensado hacer" (tenían la perseverancia para triunfar)

¿Cómo es posible que a gentes tan disciplinadas, sacrificadas y triunfadoras, Dios les impidiera cumplir su meta? Siga leyendo y lo veremos. Mientras llegamos allí, recuerde que no toda idea es santa, no toda acción es santa, ni todo hábito ni todo carácter son santos por sí mismos, sino que hay otras consideraciones que hacer para alcanzar un juicio correcto. Sin visión y sin Dios no hay camino. Sin visión y con Dios es algo complicado el camino, pero con la ventaja de que conociendo a Dios, Él es dador de visiones. Con visión pero sin Dios, no logrará su cometido, o logrará algo que la Palabra llama "obras muertas". Nuestro Señor dijo, ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? (Marcos 8:36)

Que el Señor le bendiga. En el amor de Cristo, su hermano

Israel Leonard

PS. ¡Cristo viene pronto!


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