Daniel 4:10-13 (13-16)

¿Desea usted oír la voz de Dios?
O, ¿teme usted oír la voz de Dios?

Observe cómo habló Dios al rey:

Daniel 4:10-13 (RV 13-16)

"Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo. Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra. Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos"




Cuando comparamos estos versos con el original en arameo vemos que Reina Valera es una perfecta traducción. Y tenemos la primera pista de lo que significa el árbol; tiene "corazón de hombre", el cual va a ser cambiado a "corazón de bestia". Aunque Nabucodonosor no tenía la interpretación, ya este pasaje tiene bastante significado para tenerlo espantado, porque el árbol que se veía en toda la tierra y del cual comían todas las criaturas tenía que estar relacionado con Babilonia, el mayor imperio de entonces, y en estos versos está siendo talado y hecho leña. Los siete "tiempos" es una expresión profética que encontramos en el libro de Daniel y en Apocalipsis, y en la cual la palabra "tiempo" equivale a "año". Cualquier cosa que significara el árbol, sería destrozado y estaría neutralizado por siete años.

El "vigilante y santo" es la traducción de "ir ve qaddísh" del arameo, correspondiente al hebreo "malákh ha qódesh" y al griego "ágios ángelos"; en español puede traducirse como "ángel santo". Esta palabra "ángel" significa "mensajero" y es aplicada a los ángeles de Dios, portadores de Sus mensajes, y también a profetas, pastores y predicadores por cuanto llevan un mensaje de Dios a los hombres. Otro motivo para que el rey estuviera espantado: ¡el que hablaba de destrucción y castigo para el "árbol" era un enviado del cielo!

A pesar de ser un pagano y gentil, el rey adoptó la actitud correcta con respecto a Dios cuando recibió este sueño, y ninguno de sus brujos se lo explicó: buscó a Daniel para que se lo interpretara. ¿Qué hace usted cuando recibe un mensaje espiritual que no entiende? ¿Cuando Dios parece estar en silencio, y sus oraciones se estrellan contra una pared invisible, sin poder llegar a Él? ¿Cuando las cosas han seguido un rumbo con el que usted no contaba? ¿Cuando se siente abandonado a sus propias fuerzas? ¿Cuando es imposible para usted seguir adelante con una visión o un plan, que ha sido y es su meta? ¿Cuando no encuentra apoyo en nadie? ¿Cuando siente en su alma que Dios no le toma en cuenta? ¿Cuando espera una palabra de aliento, y recibe una de castigo, como la que recibió Nabucodonosor?

En el mensaje anterior hablábamos de los constructores de la torre de Babel. Ellos llegaron a esta situación. Descendían de creyentes que conocían a Dios, y muy posiblemente ellos mismos fueran creyentes. El acontecimiento de Babel es el que provocó no solamente que los hombres se dispersaran y comenzaran a hablar lenguas diferentes; también comenzaron a practicar religiones diferentes. Cuando la respuesta de Dios a sus oraciones para poder terminar la torre siguió siendo "NO", todos ellos cambiaron de dios. Dios tuvo que llamar a Abraham de entre un mundo perdido, semejante al que había destruido con el diluvio, para formar de él una nación que conociera, sirviera y adorara al verdadero Dios.

Quizá usted esté pensando, "pero yo no veo descender del cielo ningún santo ángel que me traiga la respuesta a mis necesidades". Este era el criterio de un hombre rico que murió, y pedía a Abraham en el Seol que el mendigo Lázaro resucitara y fuera a predicarle a sus hermanos, para librarlos del infierno. Abraham le dijo que ellos tenían sus propios "ángeles" o mensajeros de Dios en la tierra, y que era a ellos a quienes debían escuchar. El rico sabía que los hermanos no escuchaban a Moisés ni a los profetas, e insistió en que escucharían a un resucitado. Pero Abraham le contestó que, si habían desechado a Dios en sus enviados que habían vivido en la tierra, lo desecharían igualmente en los que regresaran de la muerte.

Cuando se habla en la Biblia de "descender del cielo", y del "cielo" como lugar espiritual, tenemos que borrar inmediatemante de nuestra mente la atmósfera, las nubes, el espacio exterior o el firmamento, porque este "cielo" espiritual está aquí en medio nuestro. En ocasiones, es revelado a los que Dios quiere enviar visiones o mensajes especiales, como el profeta Ezequiel, el apóstol Juan y otros. Ellos vieron en esta tierra la gloria del "cielo". Y es por esto que Dios, que "habita en los cielos", también habita en medio nuestro, porque este "cielo" en que habita Dios es también omnipresente como Él. Observe esta oración del profeta Isaías (y puede ver también la NOTA al final) :

"¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia!"   (Isaías 64:1-2)

Dios es Omnipresente (esto quiere decir que está en todo lugar) ¿Cómo puede "descender", que es bajar de un lugar a otro? Observe la expresión de Isaías, "a Tu Presencia". Aunque Dios está en todo lugar, Su Presencia no es vista por todos, y no siempre se manifiesta de modos espectaculares o sobrenaturales. El profeta Daniel y el apóstol Pablo experimentaron la presencia del Señor, estando en compañia de otros que no la vieron. En la oración de Isaías, los enemigos de Dios, entre ellos las "naciones" - los gentiles que tenían otros dioses - no temían a Dios, no veneraban su Nombre ni lo honraban. Aunque Él está en todas partes, no son todos los que lo pueden ver y recibir.

¿Quiere usted experimentar la Presencia de Dios, o teme las reprensiones que recibirá por todos los pensamientos que ha tenido o los actos que ha hecho y que sabe que no son precisamente "santos"?

¿Desea habitar en su Presencia, y ser guiado en su Santidad, o prefiere una vida mediocre y pecadora, pero bajo su propio control y no bajo el control de Él?

¿Desea usted oír la voz de Dios?
O, ¿teme usted oír la voz de Dios?

Dios es Nuestro Padre. Quizás esta figura paterna no le diga gran cosa, porque usted puede estar entre los muchos que no honran a su padre ni a su madre, y la figura paterna puede ser para usted algo que más bien evita en lugar de apreciar. Pero pese a todas las debilidades humanas que tengan nuestros padres, ellos nos criaron y formaron, ellos fueron los que nos trajeron a esta tierra - no fue la cigüeña - y los que desearon y desean nuestro bien. La Biblia dice que "nos disciplinaban como a ellos les parecía" (Hebreos 12:10), apuntando a que su disciplina estaba limitada a lo que ellos mismos sabían y sentían como personas, a sus propios valores y recursos. Pero el Padre Celestial nos disciplina "para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad".

Dios no está interesado en castigarnos, y no lo hará, sin importar los pecados que hemos cometido. Recibir al Señor es recibir el perdón por cualquier cosa que hayamos pensado o hecho en el pasado, es recibir "borrón y cuenta nueva" de Él y comenzar una vida en comunión con Él. Es tener un Padre que todo lo sabe, que todo lo puede y que nos ama con amor eterno e inmutable. Si usted está entre los muchos para quienes "participar de su santidad" implica que tiene que dejar de hacer todo lo que le divierte, porque "su religión se lo prohíbe", déjeme decirle que esta no es la "disciplina de Dios". Para "participar de su santidad" usted llega con todos sus pecados, sus maldades y sus vicios, y es declarado santo por el sacrificio de Cristo en la cruz y por la sangre que Él derramó por nosotros. Dios nos "santifica", nos hace santos, siendo aún pecadores, no mirando todo el mal que hemos hecho y el que vamos todavía a hacer, sino mirando que hemos recibido a Cristo como Nuestro Señor y nuestro Salvador. La sangre derramada en la cruz del Calvario tiene el poder para declarar santo al último de los pecadores.

La voz de Dios es la de Su Espíritu. Su Espíritu puede escoger enviarle un sueño, o un ángel, o un profeta, o un predicador. Puede escoger hablarle mediante una imagen, una escritura, un suceso. Para Dios todo es posible. Somos nosotros los que limitamos a Dios y queremos que nos hable a través de un Lázaro resucitado. Pero Él es Dios, Él es soberano y habla como Él quiere. Si escucha Su voz, no endurezca su corazón, porque Su voz nos llega para salvación. El sueño que llegó al rey tenía el propósito de advertirle, pero él se olvidó del consejo de Daniel y cayó en el mal que se le había profetizado. Cuando usted escucha que hay un infierno eterno esperando a los que viven sin Dios, por causa de sus pecados, es también una advertencia para que escoja doblar sus rodillas, pedir perdón al Señor Jesucristo por estos pecados y pedirle a Él que sea el Señor de su vida, que le guíe como le ha salvado. Si nunca lo ha hecho, déjeme decirle que es lo que Dios más desea escuchar, que un pecador ha pasado de muerte a vida. Hoy puede ser el día de su salvación. ¡Acepte a Cristo, y pase a ser un hijo de Dios!

¡Que el Señor le bendiga!

En el amor de Cristo, su hermano

Israel Leonard

NOTA:

En el pasaje de Génesis 11 se habla de que Dios planeó "descender y confundir su lengua" a los constructores de la torre de Babel. Así también de que "allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra" y los esparció. Esta afirmación está en flagrante contradicción con 1 Corintios 14:33, donde se afirma que "Dios no es Dios de confusión". Pero tampoco es Dios "padre de mentiras", sino Satanás; sin embargo, la Palabra nos dice que envió un espíritu de mentira (1 Reyes 22:19-23) para lograr su objetivo.

En el capítulo 22 del libro 1ro de Reyes se narra cómo el rey de Israel - por entonces el malvado Acab - hizo alianza con el de Judá para atacar al rey de Siria. Los profetas le habían mentido - nada extraño si recordamos la idolatría del reino del norte - y uno sólo le dio Palabra de Jehová. En esta profecía vemos cómo Dios permite a un espíritu inmundo llevar a los profetas a mentir, para que Acab fuera a hacer su voluntad y cayera frente a los sirios.

El "espíritu de confusión" que vino sobre los constructores de Babel es sin duda similar al de mentira que vino sobre los profetas de Acab. Dios retiró de ellos la unidad - obra del Espíritu Santo - para que fueran confundidos y divididos. Dios es dador de dones y de bendiciones, pero Él no dará ninguno de éstos a los que los desean para hacer algo que está fuera de su voluntad. Uno de los más abominables de los pecados es el uso de lo santo para lograr fines pecaminosos, como lo hicieron en Babel y como hizo Acab durante toda su vida. El libro de Daniel trata este tema en el capítulo cinco, que también compartiremos si Dios lo permite.

Ambos pasajes, el de Babel y el de la muerte de Acab, nos muestran que salirse de la protección de Dios nos deja en manos de Satanás, y dejar de oír la voz de Dios nos pone en el peligro de ser engañados y confundidos por espíritus inmundos.

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